Tuesday, April 19, 2016

Yo tampoco quiero mando (Mi reflexión sobre el 19 de Abril de 1810)



Más de 200 años han pasado desde aquel 19 de Abril de 1810, el cual, contra la creencia popular, no fue el día de nuestra independencia, sino el día en el cual dimos el primer paso hacia la misma. Anteriormente hubo conspiraciones, levantamientos, intentos de invasiones libertadoras, pero no hubo un papel activo del "pueblo venezolano" en esos acontecimientos. Si acaso, el papel de “el pueblo” fue el de observar pasivamente, como los esbirros de la Monarquía apresaban o ejecutaban a los primeros conspiradores.

Abunda aun hoy una visión simplista de la historia. El gobierno venezolano habla del 19 de Abril como un día anti-imperialista. La oposición compara al presidente Maduro con Vicente Emparan, quién ejercía en aquel momento el cargo de Capitán General, y solicitan su renuncia. Otros, “más lúcidos” nos recuerdan que aquel 19 de Abril fue impulsado por una junta de blancos criollos, monárquicos, quienes querían impulsar los derechos de Fernando VII, el despota que perdió su trono ante la invasión napolénica en España.

Esto último es cierto. Ante la ausencia del soberano Rey de España, y sus dominios en América, el pueblo decidió asumir la soberanía en esos territorios. Se organizaron en juntas municipales. Deliberaron. Redactaron constituciones. Pero si bien, estas juntas estaban conformadas por blancos criollos, no es cierto que todos estuviesen interesados en devolverle sus derechos al “manganzón” de Fernando VII. Estuvieron también los liberales, de ambos lados del Atlántico, que aprovecharon la situación para impulsar la creación de Repúblicas.

En el caso de Venezuela, esos blancos criollos republicanos eran una minoría muy pequeña comparada con los negros, pardos o mestizos monárquicos. Quienes creían en el modelo republicano pertenecían a una élite social acomodada, pero sin el mismo poder de los blancos españoles. No por ello tenían menos razón. Si se hubiesen hecho elecciones en aquélla época, algo improbable en una Monarquía Absoluta, el resultado hubiese sido un triunfo abrumador de esa Monarquía Absoluta.

Posteriormente vino el 5 de Julio de 1811, día en el cual se declaró la independencia y se fundó formalmente una República. Luego vino más de una década de guerras contra un gobierno que no reconocía a Venezuela como un país libre, sino como una provincia arrebatada por rebeldes... ¿y que nos queda de todo esto?.
La emancipación de la América hispana coincide no sólo con las invasiones de Napoleón. También coincide con el impulso que recibió la ideología liberal en España durante ese momento, hasta el punto de discutirse y aprobarse una Constitución en Cádiz, en 1812, en la cual se limitaba el poder del Estado y se eliminaban privilegios feudales y aristocráticos. Una constitución que fue abolida en 1814 cuando el gracioso Fernando VII retornó al poder, viniendo a recuperar el poder que el pueblo le había cuidado. Ello incluyó la posterior persecusión de seguidores del liberalismo.

Los partidarios del Rey eran amigos de la concentración de poder. Rendían culto a su personalidad. Al menos fueron sinceros y se autodenominaron “serviles”. ¿Asumiría alguien hoy en día, en su sano juicio, esa clase de postura?. Se supone que no. Se supone que nisiquiera en países donde aun existe la Monarquía la gente aceptaría el absolutismo, al menos en países como Inglaterra u Holanda. Pero existen formas de gobierno que resucitan la Monarquía Absoluta sin que la gente se de cuenta. Sólo basta con cambiar el discurso, aparentar ser radicalmente distinto, y terminar haciendo lo mismo.


Le dan un poder ilimitado al Estado, haciendo creer lo contrario. La división de poderes, propia de una República, es una falacia. El derecho a la propiedad es privilegio de la clase política, aunque también de unos cuantos amigos del gobierno. Fomentan la confusión entre pueblo y Estado, mientras este último expolia al primero. Es un tipo de Monarquía Absoluta que ya no usa el discurso elitesco sino el masivo. Por algo la denominan Socialismo del Siglo XXI. Pero ciertamente, no es primera vez que se hace semejante engaño. Personalmente puedo sacar una conclusión lapidaria:  Yo tampoco quiero mando.



Tuesday, April 05, 2016

Para ti, Yael Farache (Carta abierta a una judía iberoamericana y anglófila "tradicionalista")

Estimada Yael

Espero no te perturbe mi forma de comenzar esta correspondencia. Lo de “estimada” o “estimado” es sólo una palabra protocolar. No soy quién para decir si te estimo o no. 

Haré un esfuerzo por ser breve. Se que no eres amiga de los escritos largos. Tomando en cuenta tu inteligencia y bagaje cultural, he de asumir que es el tiempo, y no otra cosa, el obstáculo para leerlos. A mi también me sucede con otras cosas, como por ejemplo esos vídeos en youtube donde alguien se filma hablando por casi 20 minutos. Pero por favor no te sientas aludida. Siempre existen excepciones a la regla. Una de esas excepciones, y no lo digo para adularte, es precisamente este vídeo tuyo.

Comienzas con una afirmación provocadora: “Ser libertario es lo mismo que ser comunista”. ¿Es una ofensa?¿una audacia?¿un chiste?¿acaso una afirmación ingenua? Me hice todas esas preguntas. Pero en lugar de cerrarme, decidí darte una oportunidad, para ver como lo resolvías. Quién sabe. Quizás hasta podías haber descubierto la fórmula de conciliar dos doctrinas opuestas. Lamento decirte que no pasaste la prueba. Creo que tienes capacidad de hacer mejores argumentos. Pero tu defensa de la cultura occidental (judeo cristiana, en realidad) te lo impide. Mejor ir al grano, y por puntos:

1) Descubriste el marxismo cultural en un libro de 1958. Ok, yo lo descubrí leyendo a Antonio Gramsci, teórico comunista de la época de Mussolini quién de hecho, escribió  sobre la propagación de su ideología a través de la cultura. ¿No te parece indispensable hablar de Gramsci cuando se habla de un tema así? Me parece que sí. 

2) El marxismo es ante todo una teoría económica. Los aspectos morales (o inmorales) que tu criticas son propios del verdadero pensamiento liberal, conocido en norteamérica como libertarianismo. Se trata de respetar todos nuestros derechos y libertades individuales, no sólo el derecho a la propiedad. Si los comunistas o socialistas han hecho campañas a favor del matrimonio gay o la legalización de las drogas ha sido para obtener votos. En los países donde hubo dictaduras de izquierda, de hecho, estas libertades morales brillaron por su ausencia. ¿Te suena Reinaldo Arenas? Fue un escritor cubano perseguido por su orientación sexual. 

3) En el marxismo, el ateísmo es una imposición, no una elección. En el libertarianismo, puedes creer o no creer lo que quieras, siempre y cuando respetes los derechos de otros. Otro aspecto moral, más propio de Engels que de Marx, es la eliminación de la familia tradicional. No se puso nunca en práctica en ningún sistema socialista. De existir, hubiese sido algo impuesto por el Estado o la comuna, no producto de la voluntad individual. Imagino que para ti Ayn Rand, una filósofo y escritora norteamericana de origen ruso, quién huyó de su país por culpa del bolchevismo, y clara exponente del individualismo, es también víctima del marxismo cultural debido a su condición de no creyente. ¡No se puede ser ateo sin ser comunista! (según tu). 

4) ¿Es problemático que los think tanks liberales o libertarios se concentren en propagar un discurso fundamentado en teorías económicas? Probablemente. En mi opinión, el problema es que no se ha sabido propagar el liberalismo económico con un lenguaje más sencillo, algo que me duele mucho decir, por cierto. Aparte de eso, ni la creencia en una religión ni el nacionalismo resuelven problemas como la escasez. ¡Y cuantos gobiernos de izquierda radical han usado el mesianismo y el patrioterismo para manipular a la gente! Se parecen en ese aspecto a la derecha tradicionalista que tu tanto defiendes.

5) Divertido defender el conservadurismo como el derecho a vivir entre gente semejante a ti. Divertido, porque eres hispanoamericana, de origen hebreo, y tienes años viviendo en Estados Unidos. 

6) Un paréntesis por favor: De pronto abro otra ventana de mi navegador web y me topo con este artículo en el cual afirmas que “la derecha no puede ser moderna, (porque)es ante todo admiración hacia la tradicion, ante el pasado” lo cual también resulta risible. Me imagino que en el caso de España, país con el cual debes tener algún nexo porque lo nombras mucho, añoras aquélla época en la cual expulsaron no sólo a los moros, sino a tus ancestros, los judíos sefarditas. Es importante recalcar entonces que podrías hacer las pases con los fundamentalistas islámicos: ¡ellos si que son amantes de la tradición, no quieren modernizarse! Y para completar, leo tu postura ultraconservadora en una página con entradas como ésta. Demasiada incongrencia, diría yo. Tan incongruente como la boliburguesía chavista. No tengo nada contra las mujeres que lucen sus escotes pero ¿crees que hace apenas 100 años te lo hubiesen permitido?

7) No puedo terminar este artículo, carta o lo que sea diciendote que los libertarios no somos ningunos “tontos útiles al servicio del comunismo”. Nuestro pecado, si acaso, es no saber como popularizar nuestro discurso. Pero sabemos que si la mayoría de la gente, incluyendo socialistas anti-autoritarios,  entendiera los objetivos reales del liberalismo económico ¡nos apoyara!. No creo realmente en derechas ni en izquierdas. Prefiero confrontar libertad y totalitarismo. Pero si algo puede perjudicar a eso que llaman derecha es la existencia de esa corriente patriotera y pacata que tu representas, sobretodo cuando se notan sus inconsistencias. No lo digo por nada malo. Es bueno reflexionar sobre esas cosas.

Sin nada más que decir (por ahora) se despide

Ernesto Soltero
Liberal libertario
víctima del marxismo cultural